Nuestro éxito evolutivo como especie se debe, en gran parte, a los lazos sociales que hemos formado a lo largo de los siglos. No hemos llegado hasta aquí de manera aislada, sino trabajando en equipo. Este “instinto gregario”, como lo llaman muchos neurocientíficos, ha sido clave para nuestra supervivencia y ha moldeado nuestras conexiones neuronales.
Un estudio fascinante de la Universidad de Harvard, liderado por los científicos Diana Tamir y Jason Mitchell, nos brinda una pista clave sobre cómo funciona nuestro cerebro en las interacciones sociales. Al analizar a través de resonancias magnéticas funcionales el cerebro de los voluntarios, los investigadores descubrieron algo sorprendente: cuando hablamos sobre nosotros mismos, se activa el sistema de recompensa cerebral, lo que genera una liberación de dopamina, el neurotransmisor responsable de la sensación de placer.
Pero no sólo ocurre cuando reflexionamos internamente. El efecto es aún más potente cuando compartimos nuestros pensamientos con los demás. Esta reacción del cerebro, de sentir gratificación al compartir nuestras ideas, refuerza la importancia de la interacción social para nuestro bienestar y, en definitiva, para nuestra supervivencia.
Aplicaciones prácticas de la neurociencia para nuestras relaciones
Con este conocimiento en mente, podemos implementar estrategias que favorezcan la creación de lazos sociales profundos y seguros, tanto en nuestras familias como en nuestros entornos de trabajo:
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Creá momentos de conversación: Fomentá espacios informales donde las personas puedan hablar de sus pensamientos sin prisa ni juicios. Esto no solo fortalece las relaciones, sino que también hace que todos se sientan valorados y escuchados.
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Escuchá sin juzgar: Evitá emitir juicios mientras la otra persona comparte sus ideas o sentimientos. Esto crea un entorno seguro donde las conexiones pueden florecer.
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Demostrá empatía: Usá frases como “Te entiendo” o “A mí también me pasa” para generar empatía y fortalecer el vínculo con la otra persona.
Conocer cómo responde nuestro cerebro ante la interacción social nos da herramientas valiosas para mejorar nuestras relaciones y, en consecuencia, nuestra calidad de vida. Aplicá estos simples consejos en tu día a día y verás cómo se profundizan tus conexiones con quienes te rodean.
Fuente:
Tamir, Diana & Mitchell, Jason. (2012). Disclosing information about the self is intrinsically rewarding. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 109, 8038-43. DOI: 10.1073/pnas.1202129109